EN UN ANIVERSARIO
La brisa del mar próximo
abrió un espacio de luz en el invierno.
Regresaba a ti,
en la hora más triste,
como el milagro de otra primavera
que nunca llegaría,
esos días azules y ese sol de la infancia.
Qué habrán iluminado en tu hondo sentimiento,
qué imágenes de patios olorosos a azahar,
qué perfume a jazmín traerían a tu ensueño
entre un rumor de fuentes
esos días azules…
¿Ensueño todavía, o tan solo memoria?
No; allá en el fondo de la mar no sueñan
los frutos de oro:
sólo estéril arena, piedras negras,
anémonas amargas, sin aroma.
(Mañana es nunca ya, tal vez pensabas)
Y sin embargo,
piadosa luz,
y muerte más piadosa que la vida,
que detuvo en los lienzos del recuerdo
contigo hacia la sombra,
tan lejanos y claros,
tan imposibles ya,
pero contigo, en ti al fin para siempre
‐mañana es nunca, nunca, nunca‐
esos días azules y ese sol de la infancia.
(Tomado de ÁNGEL GONZÁLEZ (1925‐2008). Deixis en fantasma. Dedico a mamá este homenaje de Ángel González a Antonio Machado que incluye el último verso que había escrito el poeta, hallado por su hermano José en uno de los bolsillos de su abrigo, entre unos papeles arrugados en donde estaba su último verso escrito a lápiz: Estos días azules y este sol de la infancia.)
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