domingo, 15 de mayo de 2011

La enfermedad mental: a vueltas con el estigma

Mamina:
Traigo a mi blog las palabras de quienes luchan por cambiar la situación de las personas con enfermedad mental a raíz de la noticia del joven que decapita a una mujer británica en un bazar chino en Canarias. Otro caso antiguo tenía como protagonista a un joven que paseaba con la cabeza de su madre en brazos. ¿Y la madre, hace años que mató a su hijo, en la desesperación de no soportar la convivencia y se suicidó ahogándose en el mar? ¿Y la madre de aquel alumno mío que trataba de creer que con su hijo se cometían humillaciones porque estaba en la fase de no poder creer que la incipiente enfermedad de su hijo le hacía imaginar un mundo de acoso? "Todos están contra mí", decía el chico. "Hasta tú me mandaste sentarme en el suelo, que siempre me habiás tratado bien."

¿Y tú y yo cuánto tuvimos que vivir siempre al lado de la violencia familiar y la enfermedad mental?
Yo trato de enseñar a mis alumnos a luchar contra la falsa generalización. "¿Los inmigrantes son problemáticos?". No. Tal vez vivimos en un barrio donde haya problemas de convivencia, graves problemas raciales... Pero en tanto en cuanto un solo inmigrante en algún punto del barrio, de la ciudad o del país, sea un modelo de ciudadanía, la aseveración es falsa injusta.
Las personas con enfermedad mental, por la misma razón no son violentas. Mientras haya un solo hombre o una sola mujerque actúen pacíficamente en su padecimiento de la enfermedad mental, "las personas con enfermedad mental no son violentas".
Pero el tema no puede quedarse en un mero juego de lógica: la enfermedad mental, la esquizofrenia por un lado  y el trastorno de personalidad  de personalidad, en mi casa, con sus síntomas positivos y negativos, se aferraba a dos personas muy diferentes. Las personalidades diferentes. Mi marido: cálculo, mentira, la personalidad de un vividor cargado de adicciones que sobrevive para esconder sus consumos y violenta la convivencia con tal de conseguir instalarse en un entorno que le da seguridad; en el otro caso, un hijo adoptivo, de buen corazó, pillo, cariñoso, marcado por una infancia traumática, que no sabía superar la frustración del no, muy limitado en su capacidad para salir adelante en la vida, tirano y violento con la madre, con la abuela... siempre el trauma de la figura famenina que siedo niño lo maltrató de una manera cruel y dolorosa. Pensemos en la mezcla explosiva que suponen ambas personalidades influidas por la enfermedad mental.
Por entonces me dolía estraordinariamente la incomprensión de algunos vecinos, que nadie me hablara de los problemas y que las denuncias entre la verdad y la imaginación (por no hablar de calumnia, nosé) fueran directamente al juzgado; con lo bueno que habría sido para mí y mis hijos que me ayudaran ante el juzgado a buscar la ayuda que el enfermo en crisis necesitaba.
Esa es una de las claves, los comportamientos violentos vienen asociados a la crisis psicótica o en el caso de mi marido también al síndrome de abstinencia del adicto o la borrachera del alcohólico.
En mi casa había violencia, golpes, cristales quebrados, puertas desvencijadas, objetos arrojados por la ventana (macetas, mis libros rotos...) Por esa razón los vecinos tenían miedo y el miedo generó resentimiento en vez de solidaridad, en muchos casos; también hubo personas justas en su manera de pensar y actuar.
Hay otra cuestión. Nuestros esfermos mentales son personas y como tales: amables o groseras, cariñosas o agresivas; trabajodoras o vagas; bondadosas o malintencionadas...

"A vueltas con el estigma".
¿Qué estigma?
Cualquier persona (familiar o vecino) que conviva con una persona con enfermedad mental estable no tiene miedo. Tengo en la mente docenas de personas que con enfermedades ... aceptadas con cariño y respeto en pueblos y ciudades. Familiares y vecinos temen, sin embargo, a la persona antisocial, de reacciones violentas.
Estamos en el siglo XXI, muy lejos ya de la visión ilustrada o romántica del individuo. No cuenta en muchos casos la enfermedad mental, cuenta la persona con comportamientos respetables o asociales.
Un hombre con enfermedad mental estabilizada puede ser un buen ciudadano, un trabajador honrado y cumplidor, doy fe; ejercer un voluntariado; una persona que normaliza su vida con el estudio y el trabajo; una buena madre o un buen padre; un buen esposo o una buena pareja...; pero también un delincuente, conocemos casos; un déspota maltratador, sufrí el caso;  como muchos no enfermos, alguien que prefiere agarrase a su minúscula paga de minusvalía antes que normalizar su día a día con una vida digna...
Es cierto que la administraciones públicas no ayudan apenas, que apenas hay trabajo para personas con discapacidad o capacidad diferente. Son ciertas tantas cosas..., pero el estigma... No entiendo muy bien de qué estigma hablamos.









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