sábado, 7 de mayo de 2011

Memoria histórica: bombardeos en Gijón durante la Guerra Civil

Querida mamá:
¿Ves que de los bombardeos en el refugio de Gijón, cuando los niños de la familia con tu madre esperabais un barco para tratar de salir de España, recordabas sobre todo que jugabas a pellizcar las piernas de los mayores porque eras la más pequeña? La inconsciencia del peligro de la guerra. Pero también contabas cómo se te había quedado para siempre el miedo a las explosiones, también a los voladores de las romerías, sobre todo el miedo.
Nos contabas cómo algunos adultos habían perdido la razón. Es el caso de un hombre de Argandenes, atrapado por su terror en un rincón, rompiendo trapos, espantado siempre por el miedo de que volviera aviación.
Mira cómo lo cuenta Ángel González. ¿A que lo sientes igual?

"Ciudad cero"
Una revolución.
Luego una guerra.
En aquellos dos años que eran
la quinta parte de toda mi vida,
ya había experimentado sensaciones distintas.
Imaginé más tarde
lo que es la lucha en calidad de hombre.
Pero como tal niño,
la guerra, para mí, era tan sólo:
suspensión de las clases escolares,
Isabelita en bragas en el sótano,
cementerios de coches, pisos
abandonados, hambre indefinible,
sangre descubierta
en la tierra o las losas de la calle,
un terror que duraba
lo que el frágil rumor de los cristales
después de la explosión,
y el casi incomprensible
dolor de los adultos,
sus lágrimas, su miedo,
su ira sofocada,
que, por algún resquicio,
entraban en mi alma
para desvanecerse luego, pronto,
ante uno de los muchos
prodigios cotidianos: el hallazgo
de una bala aún caliente,
el incendio
de un edificio próximo,
los restos de un saqueo
papeles y retratos
en medio de la calle…
Todo pasó,
todo es borroso ahora, todo
menos eso que apenas percibía
en aquel tiempo
y que, años más tarde,
resurgió en mi interior, ya para siempre:
este miedo difuso,
esta ira repentina,
estas imprevisibles
y verdaderas ganas de llorar.



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